
Aumenta el número de pacientes tratados por adicción a ansiolíticos
Cinco de cada cien personas consumen estos fármacos. La adicción a los ansiolíticos genera, cada año más casos que precisan tratamiento. De los 400 pacientes al año a los que presta atención el Centro Provincial de Drogodependencias ubicado en la capital gaditana, en torno a 50 son tratados por esta causa en la actualidad.
Este fenómeno social depende del hecho indiscutible del elevado uso de este tipo de medicamentos que se emplean como tranquilizantes e inductores del sueño.
A un 5% de la población se les medica con Tranxilium, Valium, Trankimazin, Lexatin, Lorazepam u otros, y estos presentan un claro riesgo por cuanto tienen tendencia adictiva. Un estudio realizado en 2005 y cuyos nuevos datos deben publicarse este año, señalaba ya que el 4,5 de la población afirmaba haber consumido ansiolíticos en alguna ocasión y el 15 por ciento admitía haberlo hecho dentro del mes precedente a la consulta.
Hay tres tipos de adicciones a las benzodiazepinas (BZD), principio activo común de este tipo de fármacos. De un lado, los que toman ansiolíticos desde hace muchos años conforme a un tratamiento "controlado". Un segundo grupo, el de enfermos prescritos pero que se salen de la pauta fijada por el médico y toman un número mayor de pastillas diarias. El tercero, un grupo que escapa a todo control, el mercado ilegal en el que el consumo tiene más similitudes con el resto de toxicomanías y en el que se busca el elemento psicoactivo y la sensación de bienestar.
El tipo de pacientes que más casos con tratamiento genera es el segundo, el cual, deriva en el tercero.
La adicción a narcóticos es una dependencia física y psicológica intensa (una compulsión para continuar tomando narcóticos). Debido al desarrollo de tolerancia, la dosis debe incrementarse continuamente para obtener el mismo efecto y se necesita usar continuamente el mismo narcótico o uno similar para evitar el síndrome de la abstinencia.
La dependencia de los hipnóticos y de los ansiolíticos disminuye el estado de alerta y produce una expresión balbuceante, mala coordinación, confusión y respiración lenta. Estos fármacos pueden hacer que una persona esté alternativamente deprimida y ansiosa. Algunas personas experimentan pérdida de memoria, toma de decisiones erróneas, momentos de pérdida de atención y cambios brutales del estado emocional. Las personas de edad avanzada pueden parecer dementes, pueden hablar despacio y tener dificultades para pensar y para comprender a los demás. Pueden ocurrir caídas que traen como resultado fracturas óseas, especialmente de cadera.
Estos fármacos provocan somnolencia y tienden a acortar la fase de sueño con movimientos rápidos de los ojos (REM), que es aquella en la que se sueña. La interferencia con el sueño puede hacer a una persona más irritable al día siguiente. Los patrones del sueño pueden quedar gravemente alterados en las personas que interrumpen el fármaco después de haber desarrollado tanto dependencia como tolerancia.